martes, 16 de octubre de 2012

Cosmópolis: el capitalismo reta a Rothko

El dinero lo puede comprar todo, incluso la Capilla Rothko, el símbolo anticomercial del arte. Es lo que piensa el protagonista de Cosmópolis, la novela de Don Delillo llevada al cine por David Cronenberg. El personaje (interpretado por Robert Pattinson) es un jugador de bolsa multimillonario que tiene el capricho de hacerse con esta obra de Rothko, cueste lo que cueste, para demostrar al mundo que el dinero está por encima de cualquier valor moral.

La Capilla Rothko es un santuario dedicado a la reflexión. La iluminación y arquitectura del templo, unido a los oscuros murales pintados por el artista estadounidense, crean un ambiente íntimo en el que se incita al visitante a meditar. Mark Rothko creó esta obra como venganza contra el mercado del arte: una mezcla de arquitectura y pintura aparentemente indivisible e imposible de vender y creada sólo para el disfrute del público, no de unos pocos millonarios.

Efectivamente, Rothko odiaba que sus cuadros decoraran las casas de los ricos. Una buena prueba de ello fueron sus famosos Seagram Murals: varios cuadros creados para ambientar el restaurante de lujo Four Seasons de Nueva York. El encargo, uno de los más caros de la historia, iba a convertir a Rothko en millonario. Pero cuando el artista visitó el restaurante, se negó a entregar los cuadros. Según él, su arte estaba hecho para reflexionar, no para embellecer un comedor lleno de ricos materialistas y superficiales. Rompió el contrato y donó parte de las obras a la Tate Gallery de Londres (hoy expuestas en la Tate Modern).

Sus cuadros a base de masas de color están pensados para que el espectador se pierda en ellos, olvidándose del mundo y centrándose solo en sus pensamientos y emociones. El dinero casaba mal con esta misión reveladora de Rothko. Delillo, al hacer que el protagonista de su novela Cosmópolis quiera comprar precisamente a Rothko y su Capilla, nos plantea aquí una reflexión sobre la lucha entre el idealismo de los artistas y el poder materialista del dinero. ¿Quién ganará la batalla? Una pista: Rothko se suicidó, incapaz de asimilar su estatus de artista multimillonario.

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